jueves, 11 de octubre de 2007

Amante Anónimo

Cayó ya la noche, y decido escribirte, tal vez,
algún día leas este lamento, tal vez...

Espero que estés disfrutando, junto con los que te quieren,
¡como envidio a los que aun sonreír pueden!
la sombra que cubre mi corazón ya es espesa,
solo una mirada tuya es capaz de aliviar el peso
de mi desesperación.

Y es este sentimiento, oculto, que me envenena,
un secreto que me ahoga, y el corazón duele,
duele como nunca dolió, y llora como si
hubieses muerto.

Creo que lo sabes, sabes lo que siento,
¿estaré equivocado? ¿Será un delirio?
un delirio que me confunde, que me hace recordarte,
me hace sufrir.

¡Maldigo a mis labios!, ¡me maldigo!
no ser capaz de reunir fuerzas, no ser
capaz de hablarte, de mirarte a los ojos,
de decirte lo que siento, es una agonía lenta
¡Y así moriré!, sin decirte nada, solo con tu recuerdo.

¡Tu voz!, oh, tu voz, es como el canto de miles de aves,
un canto de sirenas, de altos elfos que cantan en lenguas
olvidadas por la memoria, tan repentina en el silencio,
como el grito de un trueno.

¡Como dueles, Como dueles corazón!, tus sollozos me lastiman,
calma ya tu lastimero palpitar, ya no temo a la muerte,
pues en el olvido paz obtendré, si así te olvidara, si así fuera...

¡Un segundo que nuestras miradas se cruzan! un siglo de dudas,
una eternidad de sufrimiento, ¡un segundo tan inesperado!,
Como la estrella que corre en el cielo, en una noche sin luna,
¡Tan deseado!, como el primer rayo de sol en la mañana.

¡Oigan esto!, todos aquellos que me acusan de ser cobarde,
¡les doy la razón!, puede que luchas y guerras no me asusten,
que las bestias no sean para mi mas que compañía fiel,
una tormenta el deseo de la naturaleza.

Nunca creí encontrar en mí un temor tan grande,
que paralizara mi cuerpo, tan solo con una fugaz mirada,
Cobarde soy al no decirte lo que siento, y es un miedo
irracional el que me domina en cuanto lo intento.

¡Miedoso! ¡Cobarde!, no temo al filo de la espada,
ni a la negra muerte que como ave rapaz se abalanza,
sobre sus víctimas, ¡Temo al suave y bello movimiento,
de los labios de una mujer!

Temo a tu rechazo, a tu señalamiento, a tu indiferencia.
Temo no verte mas, y a la vez, verte otra vez,
Verte otra vez sin que tu sepas lo que siento, verte otra vez
con ese corazón dolido, con esta alma flagelada.

Eres lo último que mis ojos ven antes de dormir,
lo primero que contemplo al despertar, es la dulce
imagen de tu rostro, la ilusión de tenerte a mi lado.

Así se despide este hombre, que desnuda su alma ante ti, Tan dolido y envenenado, que espera algún día mostrar, A la tan amada suya, a la culpable de su ensueño, De su más profundo sufrir, estas cortas frases, ¡que cortas si son!, No alcanzan a definir su bello ser, ni el dolor de su amante, Cortas son, pues el tiempo así lo apremia, y el corazón así lo quiere.

"Amante Anónimo"


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